Compositor: Wolfgang Amadeus Mozart
Género: Ópera en dos actos
La historia comienza con Tamino, un príncipe que es salvado de una serpiente por tres damas de la Reina de la Noche. Ellas le revelan que la hija de la Reina, Pamina, ha sido secuestrada por el malvado Sarastro. Así, Tamino se embarca en la misión de rescatarla, acompañado por el simpático y torpe pajarero Papageno.
Pero el mundo no es lo que parece. Lo que se presenta como oscuridad no es necesariamente maldad, y lo que parece luz puede ocultar venganza. Tamino pronto descubre que Sarastro no es un tirano, sino un sabio guardián de la razón y del conocimiento, y que la Reina de la Noche representa las fuerzas del caos, de la emoción desenfrenada y del pasado que se niega a morir.
Tamino y Pamina, para unirse y acceder a un estado superior, deberán atravesar duras pruebas de silencio, valor y amor. Solo así lograrán renacer a una nueva vida, iluminados por la sabiduría. Papageno, en cambio, representa al hombre sencillo, que solo desea una buena comida, una casa modesta y el amor de su Papagena.
Vi esta obra el 16 de mayo de 2023 en el Teatro Colón, y fue una experiencia hipnótica. La puesta en escena proyectaba imágenes sobre el escenario que envolvían a los personajes como si flotaran en un sueño digital. La Reina de la Noche, con su aria desgarradora, apareció como una araña gigantesca, lanzando cuchillos mientras su voz rompía el aire con precisión letal. Fue el momento más sublime de toda la representación.
La ópera es a la vez ligera y profunda, infantil y filosófica. Como un cuento de hadas para adultos. Habla del tránsito de la oscuridad a la luz, del poder del conocimiento sobre la ignorancia, y de la necesidad de equilibrio entre la razón y el sentimiento.
Es una obra repleta de símbolos masónicos, donde los personajes no son solo personas, sino arquetipos del alma humana. En este relato, el día triunfa sobre la noche, pero sin destruirla: porque toda sombra es necesaria para que exista la luz.
Una obra fascinante, rica en simbolismos.